La icónica paciencia oriental se ha acabado. Ahora, los estresados pequineses pueden liberar tensiones pagando un módico precio por encerrarse en una sala con objetos como televisiones o teléfonos y destrozarlos con bates, varas metálicas o mazos.
Situado en el popular distrito artístico 798 de Pekín, Smash (“destroza”, en inglés) es, desde septiembre pasado, el único establecimiento en toda China que ofrece esta poco ortodoxa terapia antiestrés, y ya cuenta con una media de unos 600 clientes al mes.
“Pekín es una ciudad muy ajetreada, tenemos mucho estrés. Es un lugar perfecto para un sitio como éste”, explica a Efe Jin Meng, cofundadora de Smash. Parece un negocio rentable: cada mes gastan hasta 15.000 yuanes (2.230 dólares, 1.950 euros) en objetos para romper, y en diciembre la facturación fue de 130.000 yuanes (19.290 dólares o 16.900 euros).
Estéreos, máquinas de cocer arroz o maniquíes, los clientes pueden elegir el objeto que más rabia les dé y pagar para destrozarlo; el más caro es un televisor de pantalla plana que cuesta 500 yuanes (74 dólares, 65 euros).
Eso sí, un cartel aclara que se trata de reciclar todo lo posible de entre la chatarra resultante. De todas formas, lo que más pide la gente son monitores, teléfonos y teclados, algo que confirma cuál es la principal razón por la que la gente viene: “Últimamente, su mayor preocupación es el trabajo”, dice Jin.
Otra de las particularidades de esta iniciativa es el perfil medio del cliente: “Entre un 60 y un 65 por ciento son mujeres de 20 a 35 años”, revela Jin. “En China, los hombres prefieren resolver sus problemas solos, no los comparten con otros. Las mujeres son más abiertas, cuando tienen problemas tratan de buscar formas de resolverlo”, apunta la joven emprendedora.Efe