Foto: Archivo referencial
Hay dos medicamentos baratos, eficaces y que todos tenemos en casa: agua y jabón.
Al contrario de lo que sucede en otros casos, la interacción entre estos remedios no solo no es nociva, sino que se recomienda vivamente: mezclados, el agua y el jabón adquieren propiedades milagrosas. Son capaces, incluso, de acabar con un virus. Aunque lleve corona.
Su poder tiene que ver con la bicapa lipídica, esa membrana que rodea al virus y que es impermeable al agua pero que, en contacto con el jabón, se disuelve.
Como si fuéramos niños, la pandemia del coronavirus ha obligado a pequeños y grandes a aprender de nuevo cómo hay que lavarse las manos: con agua y jabón, al menos durante 60 segundos, frotando minuciosamente palmas, dorso y dedos, antes de enjuagarse y secarse con una toalla desechable, que emplearemos también para cerrar el grifo.
Las instrucciones no son nuevas, como no lo son los virus y las epidemias.
En 2009 fue la gripe A. También, como el coronavirus, fue declarada pandemia por la Organización Mundial de la Salud, en junio de 2009. No perdió esa consideración hasta agosto de 2010.
Entonces, como ahora, las autoridades subrayaron la necesidad de lavarse las manos con frecuencia para evitar el contagio. Y de lavárselas bien.
Para convencer a los ciudadanos de la importancia de esta sencilla medida, algunos rostros populares colaboraron con las autoridades sanitarias en campañas de concienciación. El Club Atlético Osasuna se sumó a la causa.
Empiezan ahora a conocerse casos en todo el mundo de deportistas afectados por el coronavirus. El contagio parece fácil en un colectivo que comparte vestuario, ducha, mantel, viajes y habitación. Pero también lo es para quien comparte aula, ordenador, plancha, secador o llave inglesa. Para todos, lavarse las manos, pero lavárselas bien, es la mejor prevención. Con un par de manos limpias, al virus se le quita hasta la corona. EFE