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Las largas semanas de aislamiento social debido a la pandemia de coronavirus han sembrado la incertidumbre sobre el futuro y han dejado a muchas personas ansiosas, lo que podría alimentar problemas a largo plazo, según psicólogas.
“La incertidumbre es uno de los mayores desafíos que enfrentan las personas en estos días. Nos resulta muy difícil lidiar con la incertidumbre, porque es una sensación de inseguridad”, explicó Burcu Aksongur, psicóloga.
“¿Qué pasará mañana? ¿Cuándo terminará este proceso? ¿Me enfermaré? ¿Le pasará algo a mis seres queridos?, indicó Aksongur, resaltando algunas de las inquietudes que han surgido en las personas durante el encierro .
Niveles altos de estrés pueden causar trastornos del sueño, ansiedad, letargo, angustia y enojo, y ante esto debemos tratar de animarnos a nosotros mismos y a nuestro entorno, aseveró Aksongur.
La experta instó a las personas a tratar de evitar los sentimientos negativos.
Para estimular mejores sentimientos, recomendó que las personas prueben actividades como ejercicios de respiración, relajación, hablar con sus seres queridos, orar, aprender algo nuevo, pensar con esperanza en el futuro y compartir nuestros problemas si no podemos hacerles frente nosotros mismos.
Todos tenemos diferentes características de nuestra personalidad, explicó, como valores, habilidades de afrontamiento y flexibilidad, que determinan cómo percibimos y tratamos incidentes como la pandemia.
“Hay personas que se ven afectadas negativamente, así como aquellas que pueden centrarse en su desarrollo individual con una conciencia que puede producir resultados positivos”, explicó.
También hay quienes fortalecen sus estructuras familiares y se adaptan al quedarse solos, resaltó la psicóloga.
Aksongur dijo que incluso después de que la pandemia se haya desvanecido, las personas pueden cambiar su comportamiento y sus hábitos.
“Creo que el deseo de unirnos y participar en actividades colectivas continuará”, señaló.
La gente todavía anhela “reuniones con amigos, viajes, actividades deportivas, visitas familiares, ir al cine y obras de teatro, conciertos, cafeterías, restaurantes, hoteles, centros turísticos” y cosas por el estilo, reiteró la experta.
“Podremos observar cambios en todos ellos en el futuro. Pero mi opinión es que tendremos la tendencia a continuar manteniendo nuestros hábitos”, agregó.
Habrá un mayor enfoque en la higiene personal, dijo Aksongur, pero advirtió que las personas con trastornos obsesivo compulsivos y aquellas con obsesiones por la limpieza pueden empeorar.
A medida que el encierro obligó a las personas a permanecer en el interior para detener la propagación de COVID-19, el distanciamiento social significó que muchos de nosotros no hemos podido ver o sentir a nuestros seres queridos, aseveró Duygu Rotsinger, una psicóloga nacida en Estambul y que actualmente reside en St. Andrews, Escocia.
Al tratar de adaptarnos a las cambiantes rutinas, también tratamos de garantizar nuestro bienestar emocional, explicó.
La experta enfatizó que la ansiedad y la depresión pueden allanar el camino para los trastornos del sueño y la alimentación, la infelicidad crónica y el pesimismo, la falta de concentración y los arrebatos de ira.
Subrayando que los humanos son seres sociales con una fuerte capacidad de adaptación, dijo que aquellos que no se han enfrentado a un trauma y carecen de una tendencia a la depresión o la ansiedad tendrán más facilidad para adaptarse al estado de las cosas una vez que la vida vuelva a la normalidad.
Sin embargo, advirtió que el proceso de adaptación puede tomar tiempo para algunos y que los tiempos traumáticos que atraviesan las personas determinarán su proceso de adaptación. Anadolu