Detrás de los últimos aumentos simultáneos del hambre y la obesidad en Latinoamérica se encuentra la dura realidad de muchas familias que son incapaces de acceder a una alimentación saludable a precios asequibles.
Según la ONU, el número de desnutridos se disparó en 600.000 personas entre 2014 y 2017 en Venezuela hasta los 3,7 millones, incluidos entre los 39,3 millones que padecían ese problema el año pasado en América Latina y el Caribe, un 6 % de la población.
Esos nuevos estilos de vida han propiciado un consumo más habitual de productos baratos y ricos en azúcar, sales y grasas, frente a otros frescos, de más calidad y también más caros.
La organización estima que al menos el 46 % de la población de América Latina y el Caribe, 294 millones de personas, sufren una o más formas de malnutrición.
“Tratamos de ayudar a los países a crear las condiciones para que el sistema alimentario entregue alimentos saludables más accesibles en términos de precios y disponibilidad física”, apuntó Rapallo.
Un impedimento importante viene dado por la pobreza, que aumentó en la región en 19 millones de individuos entre 2014 y 2017, 14 millones de ellos en situación extrema.
En poco tiempo se pasó de la desnutrición al sobrepeso infantil (con una tasa regional del 7,3 %), recalcó la especialista, que recomendó mejorar el entorno “con medidas para la protección de los niños, la producción de alimentos y el acceso a la actividad física”.
También llamó a “inhibir el acceso a los ultraprocesados” mediante impuestos a una industria que ha demostrado ser “muy hábil en crear productos que llenan y sacian”.
“El aumento de la obesidad, el sobrepeso y enfermedades como la diabetes y la hipertensión en Latinoamérica es una premonición de lo que puede pasar y está pasando en Asia y África”, auguró Haddad, quien pidió a gobiernos, empresas y consumidores “asumir el liderazgo” ante problemas tan ligados a lo que las personas comen y beben.Efe