El fin del brote de ébola que afecta al noreste de la República Democrática del Congo (RDC) desde hace más de medio año “es difícil de aventurar”, pero “llevará algunos meses”, según dice a Efe la directora regional para África de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Matshidiso Moeti.
La densidad de población de la zona afectada, el gran movimiento de personas, la resistencia y la inseguridad son algunos de los factores que hacen que el brote, el segundo más grave de la historia, no esté aún bajo control, con 475 muertos (421 confirmados en pruebas de laboratorio y 54 probables).
“Continuamos investigando las cadenas de transmisión, estamos haciendo seguimiento de un gran número de contactos, así que llevará algunos meses”, explica la doctora nacida en Botsuana en conversación telefónica con Efe.
Desde que comenzó la epidemia, en la que se han registrado 769 casos (715 confirmados y 54 probables), la OMS alertó del peligro de una enfermedad tan altamente contagiosa en una zona de conflicto como son las provincias de Kivu del Norte e Ituri, donde operan más de un centenar de grupos armados.
“Seguimos siendo conscientes de que la inseguridad nos limita el acceso y de que puede estar habiendo transmisión en zonas donde no podemos acceder”, apunta Moeti, para quien el conflicto es el mayor riesgo de la epidemia.
En estas “zonas rojas”, de acceso casi imposible para los equipos sanitarios, no se sabe ni se puede estimar cuántas personas puede haber infectadas o cuál es la situación.
El ébola es una enfermedad que necesita un seguimiento continuo, diario, y cerrar un centro o tener que evacuar al personal médico supone perderle la pista a casos, a posibles sospechosos, y con ello permitir que la enfermedad se siga expandiendo.
La OMS calificó de riesgo alto la epidemia a nivel nacional y regional, pero a principios de octubre subió el nivel a muy alto, y se trabaja con países vecinos (Uganda, Ruanda, Sudán del Sur, República Centroafricana y Tanzania) para tomar medidas ante una posible propagación.Efe