El brote de ébola que azota dos provincias del noreste de la República Democrática del Congo (RDC) cumple seis meses, una epidemia que ha causado 468 muertos y que sigue sin estar controlada.
De esas muertes, 414 se confirmaron en pruebas de laboratorio y 54 son probables, según el último boletín del Ministerio de Sanidad de la RDC, con datos vigentes hasta el 30 de enero.
Un total de 759 casos se registraron en el último medio año, de los que 705 están confirmados, 54 son probables y 259 responden a pacientes que sobrevivieron a la enfermedad en esta epidemia, la segunda más grave detectada en el mundo, sólo por detrás de la declarada en 2014 en África occidental.
Asimismo, más de 70.600 personas han sido vacunadas contra el virus, según las autoridades sanitarias.
De esa manera ha evolucionado el brote desde que el pasado 1 de agosto el ministro congoleño de Sanidad, Oly Ilunga, declarase esa epidemia en las provincias nororientales de Kivu del Norte e Ituri, una semana después de dar por finalizado otra en el oeste del país.
Los casos, sin embargo, se podrían remontar hasta abril, cuando el centro de salud de la localidad de Mangina, en Kivu del Norte, comenzó a atender a los primeros pacientes de una “enfermedad desconocida” que al principio pensaban que era “cosa de brujería”.
La propagación desde esa localidad rural fue rápida hacia el norte, afectando a la vecina provincia de Ituri, y comenzó a descender hacia Kivu del Norte, donde se vieron afectadas las ciudades de Beni, Butembo y Katwa, centros neurálgicos de comercio.
Esta epidemia no afecta a una zona aislada como en la mayoría de los otros nueve brotes que ha sufrido el país, sino a una área de gran densidad demográfica y mucho movimiento, ya sea por comercio o la violencia del más de centenar de grupos armados que operan allí.Efe