Un ser humano que siempre habla mal de sus adversarios por lo general sufre de envidia e inseguridad.
Parece un cuento de nunca acabar, es politica: ese pintoresco escenario donde más que verdades hay versiones y donde la guerra sin armas hace de las suyas para que los unos se proclamen como buenos, advirtiendo que los otros son malos.
¿Has acaso cortejado destacando los defectos de un oponente que como tú pretende enamorar ó hablando mal de tu ex?, parece que no lo entienden, la seducción en este mercado de emociones no da relevancia a camorristas ó pendencieros que no saben cómo ser atractivos.
Un ser humano que siempre habla mal de sus adversarios por lo general sufre de envidia e inseguridad, confirma su necesidad de sentirse superior, está errado al pensar que dañando la reputación de otros, gana cariño, al contrario crea un ambiente tóxico y pierde la confianza de aquellos que le rodean.
Captar adeptos demanda conectar sensiblemente con los ciudadanos, ganar confianza y apoyo a través de la comunicación efectiva, la empatía y la capacidad de entender las preocupaciones de la gente.
No se trata solo de atraer votos, es construir una relación duradera con los electores, afianzar el carisma, la inteligencia emocional y las habilidades para inspirar confianza.
Los gobiernos de cambio siempre hablarán mal de los reemplazados, desconocen que un día serán ellos los que tendrán que irse. Así las cosas las visiones polarizadas y que emiten constantemente juicios de valor negativos sobre los demás, se alejan de las limitaciones propias, generan falta de empatía y credibilidad.
El descontento se asocia al hecho de no ser beneficiarios de elogios o privilegios que abastezcan el interés personal, es simple: “solo el que así mismo se critica, le viene bien la crítica con los otros”.
Por: FREDDY SERRANO DÍAZ– Estratega Político.