El hambre creció en 2017 por tercer año consecutivo en América Latina y el Caribe, donde 39,3 millones de personas padecen ese problema y un incremento descontrolado de la obesidad y el sobrepeso, señaló hoy la FAO.
El 6,1 % de los habitantes de la región pasa hambre y 250 millones de personas, equivalente al 60 % de la población, viven con sobrepeso, precisó la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
Las cifras forman parte del informe “Panorama de la seguridad alimentaria y nutricional en América Latina y el Caribe 2018”, elaborado junto a la Organización Panamericana de la Salud (OPS), Unicef y el Programa Mundial de Alimentos (WFP).
El informe, difundido este miércoles en la sede regional de la FAO, en Santiago, destaca que el hambre ha tenido una tendencia al alza en los últimos años, con un incremento de 200.000 personas desnutridas entre 2015 y 2016 y de 400.000 entre 2016 y 2017, cifras que muestran que “la velocidad del deterioro está aumentando”.
El país en el que más aumentó el hambre es en Venezuela, donde la cifra de personas desnutridas se disparó en 600.000 entre los años 2014 y 2017, y alcanzó los 3,7 millones de personas, el 11,7 % de la población.
La crisis política, económica y social en ese país ha dilapidado los avances en la erradicación del hambre, que entre 2000 y 2010 pasó del 16,3 al 3,6 %, señaló el informe.
Además de Venezuela, en Argentina y Bolivia el número de personas desnutridas ha subido año a año desde 2014, pero Haití sigue siendo el país de la región con una mayor incidencia del hambre con 5 millones de personas, el 45,7 % de su población, seguido de México con 4,8 millones, equivalente al 3,8 % de los habitantes.
Pese a esto, Haití y México, junto a Colombia y República Dominicana, son los únicos cuatro países latinoamericanos en los que la desnutrición ha disminuido desde 2014.
En otros once países la cantidad de personas subalimentadas se mantuvo sin cambios en 2017: Chile, Costa Rica, El Salvador, Ecuador Guatemala, Honduras, Jamaica, Nicaragua, Panamá, Paraguay y Perú.
Según el informe, Brasil, Cuba y Uruguay son los tres únicos países de la región con porcentajes de hambrientos inferiores al 2,5 % de su población.
Además de este aumento sostenido del hambre, la obesidad y el sobrepeso se ha convertido en la mayor amenaza nutricional de la región.
“La obesidad está creciendo descontroladamente. Cada año estamos sumando 3,6 millones de obesos a esta región. 250 millones de personas viven con sobrepeso, el 60 % de la población regional. La situación es espantosa”, dijo el representante regional de la FAO, Julio Berdegué.
La directora de la Organización Panamericana de la Salud, Carissa F. Etienne, señaló en el informe que el problema debe abordarse con un “enfoque multisectorial” que incluya desde asegurar el acceso a alimentos saludables hasta otros factores sociales como el acceso a la educación, el agua y los servicios de salud.
“Debemos avanzar en el acceso a la salud universal para que todas las personas puedan recibir la atención y medidas de prevención que necesitan por temas de malnutrición y sus consecuencias a largo plazo”, indicó la responsable de la OPS.
El “Panorama de la seguridad alimentaria y nutricional en América Latina y el Caribe 2018” analiza en un capítulo especial el estrecho vínculo entre la desigualdad económica y social y los mayores niveles de hambre, obesidad y malnutrición de los sectores más vulnerables.
El 8,4 % de las mujeres de la región viven en condición de inseguridad alimentaria severa, en comparación con el 6,9 % de los hombres.
Las desigualdades se hacen notar también en la nutrición infantil. En Honduras, por ejemplo, la desnutrición crónica afecta al 42 % de los niños de familias de bajos ingresos y solo al 8 % de los que viven en mejores condiciones.
La directora regional de la Unicef, María Cristina Perceval, afirmó que la obesidad infantil también tiene una mayor incidencia entre los sectores más pobres, informa Efe.
“Estos se enfrentan a condiciones de alta vulnerabilidad social y económica y sufren el acceso inequitativo a servicios de salud y a dietas saludables”, señaló.