Investigadores chilenos han descubierto que la inhibición del sistema nervioso durante las enfermedades cardíacas mejora la supervivencia de los pacientes hasta en un 25%.
El descubrimiento corresponde a un trabajo de los doctores Rodrigo del Río y Nibaldo Inestrosa, pertenecientes a los Centros de Excelencia en Biomedicina de Magallanes (Cebima), y de Envejecimiento y Regeneración (CARE Chile UC), que se realizó en Santiago y Punta Arenas.
Según señaló Inestrosa, ganador del Premio Nacional de Ciencias Naturales en 2008, al manipular el sistema nervioso la supervivencia en los casos que han presentado insuficiencia cardíaca aumenta un 25%, y además se aprecia una mejoría en las secuelas de la enfermedad, que en muchos casos pueden ser irreversibles.
Los investigadores creen, además, que esta relación cerebro-corazón también contribuiría a la progresión de diversas patologías cardiovasculares como el accidente cerebro vascular (ACV), pues datos obtenidos en pacientes post ACV muestran una alteración en el control neural de la función cardiovascular.
En ese contexto, el equipo dirigido por Del Río está enfocado en desarrollar una guía clínica que permita establecer terapias efectivas para el tratamiento del ACV y la recuperación del sistema cardiovascular a través de la estimulación de ciertas áreas del cerebro.
Para Nibaldo Inestrosa, es fundamental que luego de un accidente cerebro vascular exista una recuperación a nivel del corazón “paralela a las terapias motrices y de habla”, pues de ese modo “podremos evitar que pacientes que anteriormente hayan presentado un ACV vuelvan a manifestar la enfermedad”.
El trabajo de colaboración que ha enmarcado esta investigación, según Inestrosa, ha permitido establecer que tanto en modelos de estudio como en pacientes, existiría un cierto deterioro cognitivo que estaría relacionado con el fenómeno de disfunción cardiorrespiratoria.
El equipo está ahora aplicando técnicas basadas en controles optogenéticos y quimiogenéticos a nivel neuronal. Ello, subrayó, “significa que tenemos la posibilidad de estimular con luz una neurona de una zona respiratoria y ver después cómo se comporta la célula cardiovascular”.
“Además podemos observar el impacto en el hipocampo y cómo de forma global impactan ahora a ese corazón. Eso antiguamente no se podía hacer porque era muy difícil seleccionar poblaciones específicas, pero ahora sí tenemos esa capacidad”, precisó Del Río. – Efe